Hoy soy más egoísta que nunca. Hoy no solo me voy a regocijar en mi
propio sufrimiento. No, eso ya no me basta.
Hoy lo comparto y te hago
cómplice, lector.

domingo, 15 de mayo de 2011

DOMINGO

Ahora que lo pienso no estoy muy segura de que me hizo venir a casa para el fin de semana. ¿Joggins, remera gigante, internet, Hugh Grant y 3 películas para el suicidio... -sisi, esas en las que el se queda con la chica-? Ah, si. Todas las anteriores.
No tuve en cuenta el Boca- River.

Sola, yo.

Frida, la gata, se quedó en casa de papá -porque según él ella se había acostumbrado a esa casa y "no, no tiene nada que ver que se levante conmigo a las 6 am los domingos para tomar mate y escuchar a los pájaros", ajam-.
El problema era que ahora si estaba viviendo sola... sin gata ni cactus -porque el pobre murió en un horrible accidente bajo la lluvia-.
¿Y ahora que? Se supone que cuando te mudas sola te tenes que acostumbrar a estarlo, pero yo ya lo estaba. Mi problema era que no tenia ni muebles, contaba con la cama- donde, supongo, no quiero saber, fui concebida- un par de mesitas de luz a juego, la mesa de cocer de mi mamá, 4 sillas re-armadas por mis hermanos y la firme convicción de no gastar lo que me quedaba en una lcd de 54".

El depto que alquile estuvo vacío por al menos 2 semanas, el tiempo que me llevo comprar colchón -de 4 a 7 días de envió-, el sillón -de 10 a 15 días-, la mesa del lcd- sorpresivamente ¡al día siguiente!- y que los chicos me trajeran las cosas que venían de casa... si, para mi "casa" es la casa de papá -donde quedo la gata, mis perros, pájaros, juguetes que colecciono desde que nací y ropa que no uso desde por lo menos 7 años atrás-.
Así que si, ahora estoy sola... viviendo conmigo, conviviendo con 3 plantas que dejo el inquilino anterior, durmiendo de vez en cuando en lo de mis primos, alimentando a 3 gorriones y una paloma que me visitan y acostumbrándome a los ruidos de Plaza Italia.